Paul Fierlinger
Nací como hijo único del diplomático checoslovaco Jan Fierlinger en la primavera de 1936 en Ashij en Japón. Como la amenaza de la guerra se acercaba, teníamos que regresar pronto a Checoslovaquia. El viaje de vuelta se hizo largo, ya que mediante el ferrocarril transiberiano recorrimos en semanas todo el continente. Fue uno de esos días largos durante el cual mi padre se enteró de que los nazis comenzaron con la ocupación de Checoslovaquia. De un instante a otro perdimos el lugar de retorno. Gracias a mi tío Zdeněk Fierlinger, quien desempeñó posteriormente el cargo de embajador en Moscú, le fue ofrecido a mi padre el cargo de embajador checoslovaco (del entonces gobierno en el exilio) en Nueva York. Los planes cambiaron: de un instante a otro pasé a ser refugiado de guerra en los Estados Unidos.
Fue uno de esos días largos durante el cual mi padre se enteró de que los nazis comenzaron con la ocupación de Checoslovaquia. De un instante a otro perdimos el lugar de retorno
Debido a que mis padres tenían muchísimo trabajo y no les quedaba tiempo para ocuparse de mí, yo empecé a vivir en familias de acogida. Una de las primeras fue la familia de New Hampshire: los padres tenían dos hijos propios y cuidaban de cuatro niños – refugiados de guerra, más. Fue una época maravillosa. A pesar de que la guerra transcurría lejos, se abría paso a nuestras vidas. Siempre se me viene a la mente el día que fue atacado Pearl Harbor – una habitación llena de adultos espantados, que escuchaban la radio de una forma que revelaba lo increíble que les resultaba.
Aunque me enamoré de New Hampshire, pronto tuve que mudarme, ya que en la escuela local no admitían a estudiantes nuevos. Consecuentemente fui llevado a una residencia de estudiantes. No me sentía bien allí, era el más pequeño y el menor de todos los chicos. De nuevo tuve que cambiar de domicilio, esta vez fui asignado a la familia Downs. Fue una familia excelente, rápidamente nos acostumbramos el uno al otro. Todos luchábamos contra Hitler, aunque cada quien mediante su propia forma: los padres estaban saturados de trabajo en Nueva York, la familia Downs asumió la responsabilidad en cuanto a mi persona y yo intentaba complacerles a ambos.
Llegó el año 1945 y la guerra por fin acabó. Mi tío Zdeněk pronto pasó a ser el primer ministro del gobierno checoslovaco, sin embargo, el país empezaba a sumirse de nuevo poco a poco en una época sombría. La democracia se mantuvo un momento y en el año 1948 los comunistas tomar el poder. Mi tío desempeñó en ella su papel importante y mi padre pronto abandonó su confianza en la democracia de los Estados Unidos para cambiarla por la fe en el comunismo soviético.
Tuvimos que regresar a Europa. Todos esos años durante los que me sentí un estadounidense, se fueron desvaneciendo: estaba sentado en un tren viajando por las tierras devastadas de Francia y Alemania. Una vez más tuve que hacerme “invisible” para que mis padres pudiesen trabajar. Me enviaron a una residencia de estudiantes en Poděbrady, donde, por cierto, creé mi primera película animada de forma que rodaba dibujos de mi flipbook. Los estudios se hicieron difíciles, además, no entendía checo ni una palabra. Más tarde mi checo iba mejorando, pero seguía teniendo la sensación de que no pertenecía a este lugar.
Los años iban volando. Mi madre murió y mi padre me envió a otro colegio. Un día me encontré con un extranjero, quien se presentó como agente de la CIA. La idea de que escapar a los Estados Unidos estaba a mi alcance, me emocionaba. Me entregó unos documentos con los que iba a pasar la frontera, pero el plan falló.
Cuando cumplí los 18 años, tenía claro de que al igual que todos, tendría que hacer la mili. Durante unas elecciones nos ordenaron que votásemos por un único candidato, que cada uno metiera su voto en la urna. Nos lo explicaron todo con claridad, pero yo me dije a mí mismo, que podría pedir un lápiz y tachar uno de los nombres. Debido a esto fui sentenciado por comprometer a la república socialista, por la alteración del libre proceso de las elecciones y por incitar disturbios. Mi padre pidió que borrasen el castigo, ya que tenía solo esa “única desventaja” de vivir de pequeño en los Estados Unidos. Ese día me enfadé mucho con él, porque me sentí orgulloso de ser un rebelde, me sentí orgulloso de hacer este acto heroico. Pasaron años a que volviéramos a estar en contacto. Nuestras vidas eran tan diferentes. Mientras que yo me convertí en uno de los enemigos del estado socialista, mi padre logró penetrar en las esferas más altas del partido comunista. En aquel entonces yo trabajaba por cuenta propia, escuchaba la Radio Europa Libre y me pasaba el tiempo bebiendo cerveza con checos que tenían gustos parecidos a los míos, pero también con disidentes, por ejemplo, con Václav Havel Pavel Landovský.
Yo sabía falsificar firmas, así que pronto adquirí documentos que me posibilitaron pasar la frontera. En el año 1967 aterricé en Ámsterdam – fue todo un mundo distinto, en las tiendas no había cola y el aire estaba lleno de buena energía
Seguía esperando el momento oportuno para regresar a los Estados Unidos. En los años sesenta el régimen sabía que tenía que dejar de ser tan radical, gracias a ello fue posible pasar la frontera bajo el pretexto de irse de vacaciones. Yo sabía falsificar firmas, así que pronto adquirí documentos que me posibilitaron pasar la frontera. En el año 1967 aterricé en Ámsterdam – fue todo un mundo distinto, en las tiendas no había cola y el aire estaba lleno de buena energía. Sentí que estaba en el sitio adecuado. De Ámsterdam emigré mediante Francia y Alemania, llegando al final en el año 1968 a los Estados Unidos, al país que considero mi hogar.
Paul Fierlinger fue uno de los animadores y productores más conocidos de películas de animación y documentales en Estados Unidos. Muchas de sus películas recibieron un reconocimiento considerable, como la nominación al Premio de la Academia, el «Primer Premio» en Aspen, Colorado, el «Primer Premio» en el Festival Internacional de Animación de 2002 en Zagreb y el Premio Golden Gate en San Francisco y muchos otros premios de prestigio.